En la era digital, los autoproclamados gurús del éxito se han multiplicado en redes sociales. Uno de los casos más polémicos del momento es el de Amadeo LLados, un influencer madrileño que reside en Estados Unidos y que ha generado gran controversia por sus cursos, masterminds y una narrativa que muchos tildan de sectaria. Lo que promete cambiar vidas podría estar ocultando una estafa piramidal emocionalmente manipuladora.
¿Quién es Amadeo LLados?
Amadeo LLados (o LLados, como se hace llamar) asegura haber pasado de fregar platos a ser millonario, y aunque ya se ha demostrado que proviene de una familia con recursos, su relato de superación personal sigue cautivando a miles de jóvenes. Con una presencia constante en TikTok, Instagram y YouTube, Lados vende la idea de que puedes alcanzar el éxito siguiendo su “sistema”: un compendio de hábitos, mindset millonario, marketing de afiliados y coaching personal.
Su estrategia gira en torno a una narrativa heroica: él es el salvador que ha superado las adversidades, el mentor que comparte su fórmula secreta, y tú puedes ser el próximo elegido si compras sus cursos y lo sigues ciegamente.
Un modelo de negocio que despierta sospechas
Los cursos de Amadeo Lados ofrecen contenidos muy básicos, como edición de video, cómo crecer en redes sociales o hábitos saludables. Sin embargo, el verdadero enfoque está en el sistema de afiliados, donde los alumnos no solo pagan, sino que son incentivados a revender los cursos para ganar comisiones. Esto ha llevado a que muchos califiquen su estrategia como una estructura piramidal encubierta.
Además, buena parte del contenido de sus formaciones gira en torno a su propia vida, sus rutinas, sus lujos y su supuesta transformación. En lugar de herramientas prácticas, se ofrece una idolatría hacia su figura, reforzada por testimonios de seguidores que incluso aseguran estar dispuestos a tatuarse su logo o que lo ven como “lo más parecido a Dios”.
¿Estamos ante una secta digital?
El culto a la personalidad, los mensajes emocionales, la creación de una comunidad cerrada y la promesa de una vida de ensueño han llevado a varios críticos a advertir que Amadeo LLados ha construido una secta digital moderna. En ella, se ataca constantemente a los “débiles”, a los que abandonan, a los que no “vibran alto”, y se glorifica a quienes siguen al líder sin cuestionarlo.
Este patrón coincide con los rasgos de muchas sectas:
Aislamiento psicológico,
discurso binario (ganadores vs perdedores),
chantaje emocional y, sobre todo,
dependencia económica y motivacional del líder.
Quienes entran al sistema muchas veces lo hacen buscando una salida a su situación, pero terminan gastando dinero en mentorías vacías mientras alimentan el ego del creador.
¿Qué hay detrás de su imperio?
Aunque LLados mantiene un discurso de transparencia, encontrar información fiable sobre sus empresas no es tarea fácil. Sus compañías en EE.UU., como LLados Fitness Inc. o Million Sub Corp, aparecen registradas, pero no tienen actividad visible más allá de sus cursos. Sus negocios de suplementación, como «Recover», han desaparecido, y los cobros a sus alumnos provienen de nombres genéricos como Tu 1 millón, dificultando el rastreo.
Todo apunta a que su única fuente de ingresos real proviene de la venta de cursos, membresías y mentorías, más que de una empresa sólida o de inversiones. Un esquema que, si bien no es ilegal, sí plantea serias dudas éticas.
Un llamado a la reflexión
No se trata de demonizar el coaching ni de impedir que la gente busque mejorar su vida, sino de cuestionar los métodos y las intenciones detrás de quienes prometen el oro y el moro sin una base profesional o científica.
El caso de Amadeo Lados es un ejemplo extremo de cómo un discurso emocional y aspiracional puede ser utilizado para manipular y explotar la inseguridad ajena, sobre todo en jóvenes con poca estabilidad económica o emocional. Comprar un curso no te hace millonario. Seguir ciegamente a un gurú tampoco.
Antes de caer en este tipo de promesas, es fundamental informarse, contrastar fuentes y, sobre todo, entender que el verdadero crecimiento personal no se compra, se construye.