Casi todos los que han estado en una relación han vivido alguna forma de ruptura. Algunas son amistosas, otras torpes, y muchas francamente dolorosas. Pero en los últimos años ha surgido un fenómeno cada vez más común, especialmente entre los jóvenes: el ghosting.
El término, relativamente reciente, hace referencia a una práctica que, aunque moderna en forma, tiene raíces muy antiguas. Hacer ghosting consiste en desaparecer sin dejar rastro, como un fantasma. La persona que lo practica deja de responder llamadas, mensajes o cualquier intento de contacto, cortando la comunicación de forma abrupta y unilateral. No hay explicación. No hay cierre. Solo silencio.
La vía fácil… pero desalmada
Ghosting se ha convertido en una forma «fácil» de cortar una relación o incluso un vínculo informal. Requiere el mínimo esfuerzo emocional por parte de quien lo aplica, y eso lo hace tentador. Sin embargo, esa misma comodidad lo convierte en una forma particularmente cruel de terminar algo. La tecnología, con su constante conexión y desconexión, ha contribuido a facilitar esta estrategia evasiva.
En un estudio reciente, una cuarta parte de los participantes afirmó haber sido ghosteado al menos una vez, y uno de cada cinco confesó haber hecho ghosting a alguien. La tendencia va en aumento, sobre todo entre adolescentes y adultos jóvenes, que a veces carecen de herramientas emocionales para afrontar conversaciones difíciles o incómodas.
Un fenómeno dañino y emocionalmente violento
Aunque pueda parecer algo menor, el ghosting es una forma de crueldad emocional. Al desaparecer sin dar explicaciones, se deja a la otra persona en un limbo de dudas, inseguridades y confusión. No hay respuestas ni posibilidad de cerrar el capítulo, lo que puede tener consecuencias profundas en la autoestima y en la salud mental de quien lo sufre.
A menudo, el ghosting no se da por falta de sentimientos, sino por incapacidad de enfrentar una conversación incómoda o por simple falta de empatía. Pero eso no lo justifica. Negarse a tener una charla honesta no solo es inmaduro, sino que refleja una profunda falta de respeto hacia el otro.
Si te han hecho ghosting, no es tu culpa
Es importante recordar esto: si te han hecho ghosting, no dice nada malo sobre ti. No refleja tu valor, tu dignidad ni tu capacidad para ser amado. Habla más sobre la otra persona, su miedo al conflicto o su falta de madurez emocional. Aunque duela, el silencio no te define. No necesitas una explicación para saber que mereces algo mejor.
En resumen, el ghosting es una salida cobarde a un final inevitable, pero tú no tienes que cargar con esa etiqueta. Tu valor no depende de quien desaparece, sino de cómo decides seguir adelante.