Hiperactividad en niños de 0 a 2 años: ¿es posible detectarla tan temprano?

Entiende cómo identificar signos de hiperactividad en bebés y qué hacer si notas comportamientos fuera de lo común

Hiperactividad en niños de 0 a 2 años

La primera infancia es una etapa fascinante y a la vez desafiante. Entre los 0 y los 2 años, los niños experimentan un crecimiento acelerado tanto físico como emocional. Durante este periodo, algunos padres notan comportamientos especialmente inquietos o intensos, y surge la duda: ¿es normal esto o podría tratarse de hiperactividad en niños de 0 a 2 años?

En este artículo, abordaremos de forma clara y completa qué es la hiperactividad, cómo puede manifestarse en los primeros años de vida, cuándo preocuparse y qué pasos seguir si crees que tu hijo o hija muestra signos de este trastorno.


¿Qué es la hiperactividad?

La hiperactividad es un síntoma que suele estar relacionado con el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). Se caracteriza por un nivel de actividad física inusualmente alto, impulsividad y dificultad para mantener la atención. Aunque el TDAH se diagnostica con mayor frecuencia en niños mayores, es natural preguntarse si la hiperactividad en niños de 0 a 2 años puede ser un indicio precoz de este trastorno.


¿Se puede diagnosticar TDAH en bebés?

En términos médicos, no se diagnostica TDAH antes de los 4 años, ya que los criterios del trastorno están pensados para niños en edad preescolar o escolar. Sin embargo, algunos comportamientos en bebés y niños pequeños pueden ser indicadores tempranos de posibles dificultades futuras relacionadas con la atención o la autorregulación.

Es importante entender que los niños pequeños, por naturaleza, son inquietos, curiosos y activos. Eso no implica necesariamente hiperactividad. La clave está en la intensidad y frecuencia con la que se presentan ciertas conductas.


Signos de posible hiperactividad en niños de 0 a 2 años

Aunque no se puede hacer un diagnóstico definitivo en esta etapa, sí existen señales de alerta que los padres pueden observar. Estos son algunos indicios a tener en cuenta:

  • Movimiento constante e incontrolable: incluso en situaciones que normalmente tranquilizarían a un bebé.

  • Dificultad para dormir o permanecer dormido: sueño interrumpido y resistencia prolongada a la hora de dormir.

  • Irritabilidad excesiva: llanto frecuente sin causa clara o cambios bruscos de humor.

  • Baja tolerancia a la frustración: reacciones intensas ante pequeños cambios o límites.

  • Impulsividad extrema: dificultad para esperar turnos o responder a estímulos sin pensar.

  • Dificultad para fijar la mirada o prestar atención a un objeto por más de unos segundos.

Cabe destacar que uno o dos de estos síntomas aislados no son motivo de preocupación. Es la combinación, la frecuencia y el impacto en el día a día lo que puede justificar una evaluación más profunda.


¿Qué no es hiperactividad?

Es importante no confundir la hiperactividad en niños de 0 a 2 años con otros comportamientos completamente normales para su edad:

  • Exploración activa: gatear, correr o tocarlo todo es parte del desarrollo.

  • Curiosidad natural: los niños pequeños descubren el mundo a través del movimiento.

  • Cambios de humor frecuentes: son comunes y parte de la inmadurez emocional.

  • Rabietas: típicas entre los 18 y 24 meses como parte de su desarrollo emocional.

Por eso, el contexto y la evolución del comportamiento son claves para interpretar si se trata de hiperactividad o simplemente de un desarrollo dentro de lo esperado.


¿Cuándo consultar con un especialista?

Si notas que el comportamiento de tu hijo:

  • Es muy diferente al de otros niños de su edad.

  • Interfiere en sus rutinas básicas (sueño, alimentación, juego).

  • Te genera agotamiento constante o te impide mantener una dinámica familiar saludable.

  • No mejora con el paso del tiempo o al establecer rutinas.

Entonces es recomendable hablar con el pediatra. Él podrá evaluar si es necesario derivar a un especialista en desarrollo infantil o psicología.


¿Qué puede hacer la familia?

Aunque no se diagnostique TDAH tan temprano, hay muchas cosas que los padres pueden hacer si sospechan de hiperactividad en niños de 0 a 2 años:

  1. Crear rutinas estables: los bebés necesitan estructura para sentirse seguros.

  2. Limitar estímulos excesivos: evita ambientes sobrecargados de sonidos, luces o pantallas.

  3. Fomentar el juego tranquilo: cuentos, música suave, juegos de encajar o mirar libros.

  4. Reforzar el contacto físico: abrazos, masajes o porteo pueden ayudar a calmar.

  5. Observar sin juzgar: cada niño tiene su ritmo y su forma de expresar lo que siente.


¿Puede mejorar con el tiempo?

Muchos niños que son especialmente activos en los primeros años de vida no desarrollan TDAH. Con el tiempo, al madurar su sistema nervioso y mejorar sus habilidades de autorregulación, los comportamientos se estabilizan.

Por eso, si bien es útil estar atentos, también es importante no etiquetar ni anticiparse demasiado. La hiperactividad en niños de 0 a 2 años puede ser una fase transitoria dentro del desarrollo normal.


¿Es culpa de los padres?

Absolutamente no. La hiperactividad (si llega a diagnosticarse más adelante) no es culpa de nadie. Es una condición neurobiológica con múltiples causas: genéticas, neurológicas, ambientales. Lo mejor que puede hacer una familia es:

  • Observar.

  • Acompañar.

  • Pedir ayuda si lo necesita.

Con apoyo profesional adecuado y un entorno empático, los niños con TDAH (o con alta energía en general) pueden crecer sanos, felices y con todas las oportunidades de desarrollar su potencial.


Conclusión

La hiperactividad en niños de 0 a 2 años no puede diagnosticarse formalmente, pero sí pueden observarse signos tempranos que inviten a una evaluación. Es importante diferenciar entre un niño activo y uno que presenta dificultades persistentes para autorregularse.

La clave está en la observación consciente, el acompañamiento afectivo y, si es necesario, buscar la opinión de un profesional. Recordemos que cada niño es único, y lo más importante es darle el espacio y el apoyo que necesita para crecer en armonía.