Las redes sociales son herramientas, herramientas que nos permiten la interacción, la conexión y el mantenernos informados.
Son el medio con mayor influencia actualmente y el de mayor uso para los jóvenes. Sin duda, la innovación que resulto este conjunto que constituye una gran parte de la Web 2.0 es el perfecto espacio para hacer valer nuestro derecho a la libertad de expresión, pero a la vez también puede ser un terreno frágil y dañino.
Por una parte, las antes mencionadas son públicas y por tanto la seguridad de sus usuarios no puede ser 100% garantizada. Los casos de robo de identidad y estafas han ido en aumento con forme la aparición de nuevas paginas de este tipo ha incrementado, y es que ocurre que en ocasiones no sabemos hasta que punto es bueno compartir nuestra información personal.
Por el contrario, algunas personas pueden mantener su identidad en secreto mediante las redes sociales y así ejecutar una practica conocida como cyberbullying, donde la víctima puede sufrir de forma psicológica y emocionalmente por ataques y acoso, e incluso la divulgación de información privada (real o no).
Luego nos encontramos con que estas páginas también pueden crean dependencia ¡Sí, tal como las drogas! Muchos lo creen absurdo, pero la realidad es que este tipo de adicción se crea de forma psicológica y la mayor parte de las veces se debe a que mediante ellas una persona puede vivir (o fingir que vive) la vida que sueña. Aparte, el conseguir seguidores o visitas o «amigos» suele convertirse para estas personas que se envician, en una necesidad. Y como un derivado de esta desventaja, vemos que paulatinamente estas personas pierden la habilidad de relacionarse con su entorno y, por tanto, cualidades como la sensibilidad, humildad y la cortesía.