Los estudios médicos sobre el comportamiento y la conducta humana han llevado a aclarar distintas interrogantes sobre su manera de ser, desarrollarse e interactuar, algo que por supuesto ha dado pie a la realización de otras investigaciones para entender a profundidad las causas y consecuencias de cada acción ejecutada por un individuo en el día a día.
Uno de los condicionantes para la interacción total y completa de las personas entre ellas es sin duda alguna, la timidez, un acto que dificulta en alto grado una correcta comunicación de una persona con un grupo de familiares, compañeros, y obviamente con seres desconocidos. Lo que muchos no saben es que esa “timidez” en muchas ocasiones no es exactamente el mero concepto de ser tímido sino que comprende un término más completo y difícil; ahí es donde aparece el diagnostico del TAS (Trastorno de Ansiedad Social) o también denominado fobia social.
Este trastorno se basa en el temor permanente a exponerse a situaciones que pueden causar mucha vergüenza o en donde la persona se exponga al juicio y opinión de los demás.
A raíz de este sentir, el que lo padece se cohíbe de relacionarse abiertamente con la sociedad, llenándose de ansiedad al pensar en todo lo que rodea el compartir labores y trabajos con distintos individuos.
Las típicas actividades del día a día como conversar, comer, ir al baño, o escribir, pueden convertirse en una tortura continúa ya que al individuo se le hace imposible controlar estas ideas y comportamientos, que conllevan a una ansiedad extrema.
Evitar estos escenarios se vuelve tarea incesante dentro del mundo del afectado, que a través de distintas estrategias ya determinadas por estudios, intenta eludir los posibles contextos “vergonzosos”.
Al mencionar la palabra “estrategia”, se hace referencia a los métodos y acciones mediantes los cuales el involucrado busca esquivar cualquier ambiente desagradable a su parecer; entre estas se pueden nombrar: evitar lugares y ambientes determinados, no tocar temas de su dominio, beber mucha agua, colocarse en espacios específicos en reuniones para no llamar la atención, desentenderse del tema, no saludar, y también utilizar el alcohol como vía de escape para interactuar más fácilmente con los integrantes del entorno. Dichos métodos se ponen en práctica por el afectado y son catalogados como conductas de seguridad.
Los síntomas más destacados que aparecen en la conducta de las personas son: Temblores, rubor, nauseas, tartamudez, sudoración o rapidez al hablar. Aunque la principal consecuencia es la ansiedad anticipatoria, al saber la persona que debe exponerse a los ambientes a los que le teme, se genera una congregación de pensamientos con la finalidad de saber de forma anticipada como actuar y desempeñarse ante la situación que tendrá enfrente, hecho en el cual se concentra durante horas, días o inclusive, semanas. Así como también es viable que surja otros tantos síntomas que saca a la luz el usuario dependiendo del grado de fobia que tenga.
No hay causas determinadas completamente, aunque se manejan variables como ser hereditable, o la falta de entendimiento de la persona para captar los comportamientos de los demás; de igual forma se tiene en consideración factores como los padres sobre protectores entre otros.
Si en algún momento de su vida ha sentido estos síntomas, considere evaluarse a profundidad, hacer un análisis y esclarecer si sufre de fobia social. Para esto es muy útil buscar en internet varios test que ofrezcan conclusiones fiables sobre si padece o no de una ansiedad social
En caso de considerar que está siendo afectado por este diagnóstico, lo primordial es buscar ayuda profesional que conduzca su camino en este tratamiento, ya que estos síntomas pueden llegar a un punto en donde el involucrado busca esconderse y suplir sus problemas en el alcohol, o alcanza a desembocar en una depresión.