El Viaje de Chihiro es uno de los mayores éxito del Studio Ghibli a nivel internacional. La película destaca por su mensaje sobre la inocencia y el ecologismo.
Sin embargo, han surgido diversas teorías que apuntan a que esta película podría ser una metáfora sobre la prostitución infantil, y que no es tan inocente como pensábamos.
Esta hipótesis nunca ha sido negada por Hayao Miyazaki, es más, según las palabras que dió en una entrevista, “la sociedad japonesa está marcada por el sexo” y cree que “la forma más adecuada para simbolizar el mundo moderno es la industria del sexo”.
Pero, ¿cómo se sostiene esta oscura idea? El propio argumento nos lo indica.
Chihiro es una niña de 10 años que se encuentra atrapada en un mundo del cual no puede escapar, a no ser que consiga un trabajo que la haga madurar.
Haku, un misterioso muchacho, le aconseja conseguir empleo en una casa de baños termales, cuya dueña es la anciana Yubaba; para poder conseguir así volver con sus padres.
En el actual Japón los baños de aguas termales son una tradición, sin embargo durante la época de Edo también eran usados como burdeles.
Los hombres con una gran riqueza asistían para ser atendidos por una “yuna” mujeres que ofrecían favores sexuales, es decir prostitutas. Aunque de cara al público se presentaban como chicas encargadas de peinar el cabello y de limpiar la espalda de los hombres.
El nombre de la dueña, Yubaba era utilizado para denominar a la proxeneta, que controlaba a las yunas y las enseñaba a ejercer el oficio.
Si prestas atención descubrirás que todos los clientes eran hombres, sin contar a las especies amorfas sin género.
Chihiro es rebautizada con el nombre de “Sen”, que en japonés significa mil, pero en épocas antiguas se denominaba así a las prostitutas de rango inferior.
Estos datos, y algunos más, son los que han mantenido sólida esta oscura historia oculta.