Hoy nos toca despedirte, Perro Viejo. No eras solo un perro. Eras un amigo fiel, un alma noble con corazón de niño y mirada de sabio. Nos diste tus mejores años sin pedir nada a cambio, solo cariño y un poco de tiempo para jugar o pasear.
Fuiste ese amigo que nunca fallaba, el que siempre estaba ahí, sin importar la hora ni el día. Con tus canas, tus patas lentas y tu hocico siempre atento, nos enseñaste cómo se ama de verdad: sin condiciones, sin ego, con todo el alma.
Aunque te hayas ido, tu huella queda grabada para siempre en nuestro corazón. Este vídeo no es una despedida, es un homenaje. Un “gracias” enorme por cada lamido, por cada mirada, por cada momento compartido.
Descansa, chico bueno. Corre libre allá donde estés. Aquí, siempre serás nuestro Perro Viejo.













