Hay algo mágico en esos chistes tan malos que, contra toda lógica, terminan haciéndote reír. Son simples, absurdos y muchas veces carecen de sentido, pero justo ahí está su encanto. Porque a veces no necesitas una comedia elaborada para soltar una carcajada: basta con una frase ridícula que te pille desprevenido. Hoy recopilamos los mejores chistes malos que dan risa, perfectos para compartir con amigos, animar un grupo o simplemente levantar el ánimo en días grises.
Si te encantan los juegos de palabras cutres, los juegos tontos de lógica o los chistes que parecen salidos de una servilleta de bar, este artículo es para ti. Prepárate para reír… o al menos para poner los ojos en blanco mientras sonríes.
¿Por qué nos gustan tanto los chistes malos?
Puede que no te lo esperes, pero los chistes malos tienen algo de ciencia detrás. Nuestro cerebro, cuando se enfrenta a lo inesperado o lo absurdo, libera dopamina: la hormona del placer. Aunque el chiste no tenga gracia objetiva, su sorpresa o simpleza puede hacernos reír por lo ridículo.
Además:
Rompen el hielo en cualquier conversación.
No ofenden a nadie: son aptos para todos.
Son fáciles de recordar y repetir.
Nos hacen reír de lo absurdo, y eso es liberador.
Así que, aunque no te hagan llorar de risa, sí que tienen el poder de cambiarte el humor en pocos segundos.
Los 20 mejores chistes malos que dan risa
Vamos a lo importante. Aquí tienes una selección curada de chistes malos que dan risa. Algunos son cortos, otros un poco más largos, pero todos tienen algo en común: son tan malos que no podrás evitar reírte.
1.
—¿Qué le dice una iguana a su hermana gemela?
—¡Iguanita!
2.
—¿Qué hace una abeja en el gimnasio?
—¡Zum-ba!
3.
—¿Cuál es el colmo de Aladdín?
—Tener mal genio.
4.
—¿Cómo se despiden los químicos?
—Ácido un placer.
5.
—¿Qué hace un pez?
—¡Nada!
6.
—¿Por qué las focas miran siempre hacia arriba?
—¡Porque ahí están los focos!
7.
—¿Cuál es el café más peligroso del mundo?
—El ex-preso.
8.
—¿Cómo se dice pañuelo en japonés?
—Saka-moko.
9.
—¿Qué le dice un jardinero a otro?
—¡Disfrutemos mientras podamos!
10.
—¿Cómo se llama el campeón de buceo japonés?
—Tokofondo.
—¿Y el subcampeón?
—Kasitoko.
Más chistes malos para seguir sufriendo (y riendo)
Porque sabemos que nunca es suficiente cuando se trata de chistes malos que dan risa, aquí van unos cuantos más para que completes tu colección:
11.
—¿Qué hace un león en el cine?
—Ruge las palomitas.
12.
—¿Qué le dice una cebolla a otra cebolla?
—¡Eres la única que me hace llorar!
13.
—¿Qué hace un perro con un taladro?
—¡Taladrando!
14.
—¿Cómo se llama el campeón de salto en cama?
—El Colchón Bravo.
15.
—¿Cómo se llama el hermano vegano de Bruce Lee?
—Broco-Lee.
16.
—¿Qué le dice una impresora a otra?
—¿Esa hoja es tuya o es una impresión mía?
17.
—¿Por qué los pájaros no usan Facebook?
—Porque ya tienen Twitter.
18.
—¿Cuál es el animal más antiguo?
—La cebra, porque es en blanco y negro.
19.
—¿Por qué lloraba el libro de matemáticas?
—¡Porque tenía demasiados problemas!
20.
—¿Qué hace un gnomo en el hospital?
—Gnomografía.
Cómo usar estos chistes en tu día a día
Los chistes malos que dan risa son perfectos para:
Romper el hielo en una conversación incómoda.
Hacer reír a niños (¡les encantan!).
Animar un grupo de WhatsApp.
Publicar en redes sociales como contenido ligero.
Sacar una sonrisa en medio de una jornada pesada.
Además, puedes usarlos para empezar el día con humor, compartirlos con tus amigos o memorizar algunos para soltarlos en reuniones sociales.
¿Por qué algunos chistes malos funcionan mejor que los buenos?
Porque no se lo toman en serio. La clave de su éxito está en:
Ser inesperados.
Jugar con el lenguaje.
Tener una lógica absurda.
Hacer que te rías de lo malo que son.
No es el chiste en sí lo que genera la risa, sino la reacción de sorpresa mezclada con lo absurdo. Son como memes hablados: su fuerza está en lo ridículo.
Conclusión: reírse es gratis (y contagioso)
Ya lo sabes: los chistes malos que dan risa tienen su propio encanto. Son inocentes, absurdos, fáciles de recordar y te arrancan una sonrisa cuando más la necesitas. No hace falta que tengan lógica. Lo importante es que te hagan desconectar por un momento y reír sin culpa.
Así que guárdalos, compártelos, repítelos y, sobre todo, úsalos cada vez que quieras mejorar el día de alguien (incluido el tuyo).













