¿Buscas constantemente los medicamentos, supuestamente, más apropiados para curar el estrés?
Pues te tengo una maravillosa noticia: El estrés no es una enfermedad. Aunque, en realidad, es la causa de muchas de ellas. debes aprender a afrontarlo; la solución está en tus manos y en tu mente, no en los medicamentos.
La primera recomendación que te doy, para poder afrontar
el estrés, es aprender a conocerte íntimamente; ¿qué te gusta? y ¿qué te angustia?: haz una lista de 5 o 10 cosas de ambas categorías, colocándolas en columnas diferentes. Hazlo con honestidad propia, no te escondas nada. Te advierto que, aunque se diga rápido, esta tarea no es fácil; te enfrentarás a tus mejores sueños y a tus más terribles pesadillas.
Segundo: una vez que te has visto es ese espejo (terrible, por cierto), no queda otra que balancear ambas realidades: una situación desagradable debes compensarla con algo opuesto. Esto se logra aprendiendo a controlar tus sentimientos. Pero, ¡atención!, esto no significa reprimirlos sino aprender a direccionarlos, a tomar control sobre su flujo. Debes ser capaz de administrar tus alegrías, así como tus tristezas, y comprender que cada una existe y que cada una tiene su tiempo de existencia.
Tercero: haz entrenamiento. El estrés es una respuesta biológica ante situaciones, o estímulos, internos o externos. Algunos serán más fáciles de manejar que otros; por lo tanto, debes entrenarte para afrontar el estrés, así como un atleta se entrena para las olimpiadas. Los ejercicios de respiración, de estiramiento y relajación, son los más recomendados; una vida sencilla es lo ideal; decir que no, de vez en cuando, es muy saludable; no tienes que cargar con el peso de todo el mundo sobre tus espaldas. Piensa y actúa en positivo y se te hará más llevadera la existencia.
La felicidad se construye.