En ocasiones, puede suceder que por decisión propia o por circunstancias que nos toque vivir, pasemos la Navidad solos. Siendo esta la situación, es importante que busquemos vivirla de la manera más positiva posible. Es importante crearnos espacios para aprovechar este tiempo y obtener frutos para evitar caer en sentimientos fatalistas, volvernos depresivos o nostálgicos.
Pasar la Navidad solo pero con agradecimiento
Interesante hacer un ejercicio de retrospección positivo y comenzar a llevar unas anotaciones que permitan despertar el sentimiento de agradecimiento por lo vivido durante el año. Durante los días festivos, se puede tomar un cuaderno y hacer el ejercicio de recordar cada cosa por la que se puede agradecer. Esto puede incluir situaciones vividas, lecciones aprendidas, detalles de cada día (un amanecer, sonrisas cuando estuvimos tristes, comida cuando teníamos hambre, un mensaje o llamada inesperada que nos reconfortó el alma).
Pasar la Navidad solo: reflexiones de fe
Estar solo en Navidad puede ser un ejercicio de reflexión sobre el verdadero misterio de fe que representa este tiempo. Participar en las celebraciones litúrgicas con fervor, meditar con la palabra, puede permitirnos descubrir el verdadero sentido de la vida en la contemplación de la Encarnación del Hijo de Dios.
Pasar la Navidad solo: tiempo para aprender
Navidad solo puede ser una buena ocasión para aprender nuevas cosas. Qué buena oportunidad para aprender a cocinar platos navideños. Igualmente, podemos aprovechar la oportunidad para comenzar a aprender a meditar, aprovechando el silencio y la quietud que podamos tener mientras estamos solos.
Pasar la Navidad solo: tiempo para ordenar y limpiar
Pasar la Navidad solos nos puede ayudar a sacar lo que hemos acumulado y no usamos y así ordenar nuestro espacio tal como deseamos. Incluso hay quienes dicen que de esta manera nos abrimos a cosas nuevas
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